CORONAVIRUS
EL VIRUS QUE ANIQUILÓ A LA RAZA HUMANA
Parte II
Diana era una chica de 32 años, soltera, de piel muy blanca, cabello negro, muy hermosa, había estudiado economía y trabajaba en el sector financiero. Nunca conoció a su papá, su mamá falleció cuando tenía 12 años y su abuela, su único familiar que le quedaba viva, falleció cuando se graduó de la universidad. No tenía casi amigos. Siempre se interesó en los temas de civilizaciones antiguas con matices de extraterrestres y temas del control mundial. Fue así que abrió un sitio en internet dedicado a esos temas, ella figuraba con el alias de "SarahConnor".
Yo por mi parte perdí a mis padres en un accidente automovilístico cuando tenía 5 años y jamás vi a mis familiares porque desde el accidente me mandaron a un internado, nadie quiso hacerse cargo de mí. Así que, si tenía o no algún familiar, era algo que sinceramente no me importaba. Ya habían pasado 30 años desde aquél momento en que los perdí, de hecho ya no recuerdo el rostro de mi madre, al pasar del tiempo se ha ido desvaneciendo en mi memoria hasta sólo recordar su dulce voz. Es lo único que tengo de ella.
Cuando tomamos la decisión de salir de la ciudad utilizado los túneles de desagüe nos pareció una excelente idea, solo que había un gran problema. El virus no sólo había contagiado a las personas, también a las ratas, los perros, gatos y toda clase de animales domésticos se habían contagiado con el coronavirus y los túneles eran su guarida. Así que debíamos tomar otra decisión lo más pronto posible. Acordamos salir en la víspera de año nuevo en la madrugada atravesando la ciudad, armados con bombas molotov, un bate, un machete, mascarillas antigas, un cuchillo, 2 galones de agua, 12 latas con comida, una cuerda, un encendedor, una linterna, una batería solar, 20 kilos en total, repartidos en 2 mochilas.
Ya había pasado un año desde que se dio la noticia del primer infectado y aún no hay una vacuna contra el virus. La razón es porque los coronavirus son patógenos con un genoma formado por ARN, en lugar de ADN, como están conformadas desde las bacterias hasta nosotros. El ARN, por sus características, tiene una tasa de mutación muy superior a la del ADN. Es decir, cuando un virus tiene un genoma de ARN resulta mucho más difícil crear una vacuna, porque cuando ya se tiene una posible, el virus ya ha mutado. Eso lo complicaba todo. Esa es la razón por la que millones de seres vivos han muerto y cientos de millones más están infectados. No existe antídoto, sólo quemándolo.
El 30 de diciembre de 2020 a las 11:30 de la noche abandonamos la ciudad, en el camino encontramos pequeños grupos de personas moribundas, personas sanas, quizá 7 u 8, no más. Una chica se nos acercó y nos estaba entregando un niño pequeño, yo calculé que tenía aproximadamente 5 años - ¡por favor llévenlo con ustedes, no quiero que muera aquí! - nos dijo, cargando al niño en sus brazos, lista para entregarlo. Pero no podíamos llevarlo, no sabíamos si moriríamos en la siguiente calle, - ¡no podemos, lo siento! -.
Justo acababa de decir esas palabras cuando escuchamos un grito desgarrador, las pocas personas que habíamos visto unas calles atrás, corrían despavoridos ¡los Dragones, están aquí!
Tome al niño en mis brazos, Diana tomó a la chica del brazo y comenzamos a correr lo más rápido que pudimos. Sólo veíamos chorros de fuego salir de los lanzallamas, gente gritando y el olor a carne quemada. - ¡No hay opción, tenemos que entrar a los túneles de desagüe! - me gritó Diana, y hacia allí corrimos.
Levanté una pesada tapa de fierro haciendo palanca con el bate, primero entró Diana, luego le pasé al niño, luego su madre y yo al final... cerré la tapa y entramos a las entrañas de la ciudad, una completa oscuridad, un olor nauseabundo, pero estábamos a salvo, no sabíamos por cuánto tiempo más pero preferimos no pensar en eso.
¿Cómo te llamas? Le pregunté a la madre, - me llamó Sofía y él es Alex- me dijo, mostrándome al niño. - Mucho gusto Alex -, les coloqué una mascarilla a cada uno y les di instrucciones. Voy a ir al frente del grupo con la linterna, Sofía va atrás de mi con Alex y Diana detrás de ti, no sé separen, si ven algo no griten, no corran al menos que se los indique. ¿Ok?
- ¿Cuánto tiempo tardaremos aquí? - preguntó Alex - ¡Tengo miedo! - añadió. Nadie contestó, sólo lo abracé y le dije que estaríamos bien, que pronto saldríamos de ahí.
Cuando tomamos la decisión de salir de la ciudad por los túneles, conseguí un plano de la ciudad para saber qué ruta tomar, lo había colocado en una mochila y lo revisamos, eran 3 kilómetros para llegar a la salida más próxima que da hacia el río. Nos tomaría un par de horas a lo mucho.
Así que iniciamos la travesía.
Así que iniciamos la travesía.
Habíamos avanzado cerca de 2 km cuando a lo lejos oímos unos ruidos muy extraños, a medida que avanzamos se escuchaba más y más. A lo lejos grité, -¡hola! ¿Pueden oírme?- un silencio sepulcral... de pronto oí que algo corría hacia nosotros, alumbré con la linterna pero no se veía nada absolutamente. Eso se acercaba más, -¡corran! - grité con todas mis fuerzas, tome a alex en mis brazos y corrí en sentido contrario, esa cosa se acercaba más y de pronto no era sólo uno, se oían muchos más, a unos 15 metros de mi había una luz que venía del techo, era una salida del sistema de desagüe, así que corrí hacia ese punto, subiendo una escalera de metal de unos 2 metros de altura, empujé con todas mis fuerzas la tapa y logré abrirla, lancé a Alex, justo detrás de mi venía Diana, la empujé, salí y esperé unos segundos a Sofía, sólo escuché un gritó -¡Aleeeeex!- esas cosas la habían atrapado, una jauría de perros infectados la mordían, tomé el machete e intenté quitárselos de encima, pero fue imposible, la arrastraron a lo profundo del túnel, Sofía no logró llegar a la salida.
Alex lloró por su mamita, Diana lo abrazaba para calmarlo pero él gritaba, quería entrar al túnel de desagüe para ayudarla, no podíamos volver, teníamos que salir de la ciudad a como diera lugar porque ahí también estaban los Dragones Negros listos para aniquilarnos.
Corrimos hacia un edificio abandonado, debíamos tomar fuerzas y planear bien cómo salir de ahí. Entramos al edificio, era un centro comercial.
Yo aún estaba asombrado de cómo los malditos perros estaban infectados pero vivos, ¿qué mutación había hecho el virus en ellos?, ¿porqué diablos no están muertos?, ¿saldrán de su guarida para matarnos?
Nos acomodamos en un local pequeño, bajé la reja para estar más seguros. [En la huida, Diana perdió la maleta, así que sólo teníamos la mitad de las previsiones, un galón de agua y 6 latas con comida.] Diana y Alex lloraban por lo sucedido, yo los abracé, - saldremos de aquí, se los prometo, coman algo, duerman, más tarde seguiremos nuestro camino -. El reloj marcaba la 1:15 am, era el día 31 de diciembre de 2020...
Continuará
*Historia de ficción escrita por Uriel Abelino
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